sábado, 22 de agosto de 2020

Justo

Justo es una maravillosa canción de la cantautora albaceteña Rozalén y que aparece dentro de su álbum de 2017 que llevó por título Cuando el río suena...
Un tema en el que nos narra la historia de su tío abuelo, que fue soldado de "La quinta del Biberón" y que no regresó del frente. Durante muchos años... demasiados, siempre demasiados, no supieron que pasó con el cuerpo del hermano de su abuela, hasta que 80 años después y gracias a la ayuda de Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, consiguieron encontrar registrado el cuerpo del tío abuelo de Rozalén en una fosa común de Arganda del Rey (Madrid).
Cómo no contar esta terrible historia... cómo no cantar esta historia, una historia parecida desgraciadamente a la de tantas otras familias y otros desaparecidos.
Me resulta imposible no emocionarme cada vez que la escucho, un escalofrío me recorre el cuerpo y el final de la canción me sacude el alma como si un disparo me traspasase de lado a lado.




Calla
No remuevas la herida
Llora siempre en silencio
No levantes rencores que este pueblo es tan pequeño
Eran otros tiempos

Calla
No remuevas la herida
Llora siempre en silencio
No levantes rencores que este pueblo es tan pequeño
Eran otros tiempos

Todos le llamaban Justo
Justo de nombre y de acción
El mayor de cinco hermanos
Elegante, el más prudente de un pueblito de la Sierra del Segura
Sastre y leñador de profesión

Se hablaba con la Ascensión, morenita, la de Amalio
De los pocos que leía
Estudiaba por las noches en los tres meses de invierno
Él cantaba por las calles, siempre alegre una canción

Al final del 38 son llamados a la guerra
La generación más joven
La quinta del Biberón
Se subieron al camión como si fuera una fiesta
Pero él fue el único que no volvió

Y ahora yo logro oírte cantar
Se dibuja tu rostro en la armonía de este lugar
Y ahora yo logro oírte cantar
Si no curas la herida duele, supura, no guarda paz

Tras trece días sin noticias, la alegría de un segundo
Llega una carta devuelta
Otra de su compañero
Fue una bala, nos leía el diario
Me quedé con su cuchara, la guerrera y el mechero

La madre ya nos baja gritando por la cuesta:
¡Canallas, me lo habéis matado!
Sin una flor
Sin un adiós
La única tumba, la de su corazón

Pero ahora yo logro oírte cantar
Se dibuja tu rostro en la armonía de este lugar
Y ahora yo logro oírte cantar
Si no curas la herida duele y supura, no guarda paz

No guarda paz
No guarda paz
No guarda paz

No guarda paz
No guarda paz
No guarda paz

Quiéreme niña, quiéreme niña, quiéreme siempre
Quiéreme tanto, quiéreme tanto como te quiero
A cambio de esto yo te daré
La caña dulce, la dulce caña y el buen café
La caña dulce, la dulce caña y el buen café




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